De procedencia medioriental, para algunos autores pudo surgir de la ciudad de Gadames (Libia) y de ahí el vocablo. Para otros el término proviene de la locución árabe «wad al-masir» que significa cubierta vegetal de vivos colores.

El guadamecí es piel de carnero metalizada con finas hojas de plata u oro, bruñidas, grabadas, ferreteadas y ricamente policromadas. Empleados como revestimiento mural en mezquitas, retablos, altares de iglesias, castillos y palacios. También se elaboran cofres, sillerías, cojines, etc.​​

Aunque estas técnicas se remontan a los siglos VIII o IX, fue en época posterior (siglos XVI y XVII) cuando tuvieron mayor auge y difusión, y se extendieron a numerosas ciudades de España y del resto de Europa. En el siglo XVIII se produjo la decadencia hasta su desaparición.

A principios del siglo XX, intelectuales y artistas se esmeran en recuperar el viejo arte de los «cueros de Córdoba», que se introduce como especialidad en las escuelas de Artes y Oficios.